martes, abril 18, 2017

Apuntes sobre Los Pasos Distantes

No lo puedo atribuir a otras cosas, solo a esa obsesión por las islas. A ese parámetro insular, aislado de todo orden, carente de una ruta de escape. Esa concepción se asemeja a la celda de las olas, al claustro de las tribulaciones del mar, a la cartuja de los horizontes. Sin embargo, las baldosas que pisé: en Europa, Oceanía y principalmente en América latina, siempre tuvieron un tinte de mi paso por las islas. Los lugares que uno visita son siempre pequeñas islas, parajes atiborrados de ausencia. Digo ausencia, porque mientras uno los habita, el resto se hace invisible. Los fotógrafos lo denominamos fotograma o cuadro, para los músicos es corchea o simplemente una dulce melodía. Por lo tanto, los que tenemos anexada la cámara a la mano y el ojo que la sostiene se comporta como un buen aliado, inmediatamente se transforma en una finalidad. En definitiva, es un consorcio establecido para forjar un objetivo, para generar un espacio perpetuo, único. Ya no se puede volver a reproducir ese instante, quedó aislado, detenido. Esto me sucede al evocar la epifanía de los pasos distantes… Y en esa caminata que tuvo matices, adoro la gráfica memoria, esa coyuntura estática que me vuelca a revivir esa inamovible circunstancia y que me tuvo como protagonista del sempiterno instante por donde pasé. Y tuve a mano la Nikon, un manojo de película Ilford y la intención de tomar una foto.