viernes, junio 01, 2007



Lloraba, la sentía temblar contra mi aunque siguiera abrigándome, sosteniéndome con todo su cuerpo apoyado en la pared de los muertos; no me preguntó nada, no quizo saber por qué ni desde cuando, no se le ocurrió luchar contra una máquina montada por toda una vida a contrapelo de si misma, de la ciudad y sus consignas, tan solo ese llanto ahí como un animalito lastimado, resistiendo sin fuerza al triunfo del juego, a la danza exasperada de las arañas en el pozo...