viernes, junio 01, 2007



Volví a pie a mi casa, sin arañas, vacio y lavado para la nueva espera; ahora no podían hacerme nada, el juego iba a recomenzar como tantas otras veces pero con solamente Marie-Claude, el lunes bajando a la estación Salvador por la mañana, saliendo en Tobalaba en plena noche, el martes entrando en Bustamante, el miércoles en Pedro de Valdivia, la precisa regla del juego, quince estaciones en las que tres tenían conbinaciones, y entonces en la primera de las tres sabiendo que me tocaría seguir a la línea 5 como en la segunda tendría que tomar la combinación Los Héroes, cada itinerario elegido sin razón especial porque no podía haber ninguna razón, Marie-Claude habría subido quizá cerca de su casa, en Alcántara o El Golf, estaría cambiando en Baquedano para seguir hacia Irarrázabal, el árbol Mondrianesco con todas sus ramas secas, el azar de las tentaciones rojas, azules, blancas punteadas; el jueves, el viernes, el sábado...