Si te viera
Si te viera en la calle
te seguiría a una cierta distancia;
digamos a media cuadra, de manera
que al llegar tu a tu esquina
tenga un previlegiado espacio
para saber detenerme
- si el semáforo que te mira
indica que pares -
entonces me voltearía rapidamente,
me tomaría el pelo,
sacaría algo del bolso,
amagaría,
como un inofensivo sortilegio,
Amagaría.
Si te viera en el metro
sería distinto, es decir,
si te viera caminar
por el andén, esperando
con calmada impaciencia
que se abran las puertas del carro,
me subiría en el vecino vagón
- no ya un comunicado tren -
y observaría con encubierto ademán
la carpeta que sostienen tus manos,
descifrando por la ovalada rendija,
los extraviados datos, ajenos al día
en que sorteando otros rostros
te diviso casual
Si te viera en algún mercado
eso sería sin duda otra cosa;
estarías escudriñando en semillas,
anudándote anillos, colgando un morral.
Por lo que inevitablemente
Me detendría en el puesto de enfrente
- detrás del mostrador -
y agazapado y atento,
esa alegoría viviente del ruedo
se suma en seguida al vínculo estrecho del giro;
en donde sin mediar una tregua,
el vaivén del lenguaje se acopla en tus ojos, felinos.
Esparciendo un atónito gesto en el mercader.
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